Hoy traigo algo muy especial. Especial porque si ya me hace ilusión ver a mis personajes dibujados por otras personas, ver toda una interpretación, un escrito donde los personajes hablan, actúan… Y, en definitiva, toman vida de una forma en la que yo no he tenido que ver, donde no sé lo que va a pasar, es una sensación increíble. Sobre todo cuando la autora del fanfic ha sabido pillarle bien el punto a los personajes y realmente se parecen a ellos. ^__^
Bueno, sin enrollarme más os dejo leer el relato, cuya autora es Nishta, que a algunos os sonará de los fanfics que hizo para Saihôshi.
Los acontecimientos se desarrollan en el capítulo 6, y narra el duelo que tuvieron Summer y Rayo Negro en la casa de este, es una versión extendida, distinta y mucho más «calentita» de los hechos. Espero que os guste tanto como me gustó a mí ^__^
Desahogo
Monstruo busca monstruo fanfic
Por Nishta
Dejaba que el viento le revolviera el pelo a medida que aceleraba la moto sin pensar en nada más que en disfrutar de la adrenalina que la velocidad le daba. Necesitaba descargar la rabia que estaba sintiendo e intentar que el monstruo de su interior no tomase las riendas. Summer solo tenía una cosa en mente, llegar, costase lo que costase, hasta la única persona que podría ayudarle en ese momento. Necesitaba ver a Rayo Negro más de lo que le gustaba.
Esa misma tarde, cuando se había tropezado con él frente al escaparate de la tienda de motos, y unos momentos después en el garaje, había mantenido a su monstruo a raya, pero ahora necesitaba dejarlo salir. Iba en su busca y no pensaba reprimirse.
Aceleró más la moto, si su rabia continuaba creciendo acabaría por derretir completamente los manguitos. Hacía muchos años que no veía a su hermano, y encontrárselo con Will, en aquella situación, había sido una traición en lo más profundo de su ser. No tenía por costumbre pedir favores, solo les había pedido que se ocuparan de sacar a su hermano de la ciudad, y ahora descubría que no lo habían hecho. Lo que más le dolía era la mentira de los que creía sus compañeros, habían estado días burlándose de ella, ocultándole la verdad, y eso era lo que más la perturbaba, le dolía de verdad esa traición, su pecho se retorcía cada vez que lo recordaba.
Las palabras que Rayo le había dicho la noche que se pelearon en el puerto resonaban con fuerza en su cabeza. Estaba sola, por mucho que intentara negarlo o que buscara el apoyo de sus compañeros, ella era distinta y nada iba a cambiar. Había sido una estúpida por creer que había encontrado en ellos algo más que alguien con quien trabajar. El olor salado del mar inundó sus fosas nasales, indicándole que su destino estaba cada vez más cerca. Quería descargar su furia lo más rápido posible y había decidido ir a casa de Rayo para ello.
Dejó la moto aparcada fuera del recinto de la mansión y saltó por encima del muro. Caminó en silencio, escuchando todo a su alrededor, buscando cualquier señal de que otro ser vivo estuviese en las inmediaciones. Oyó voces que procedían del interior y fue hacia ellas. Rodeó uno de los lados de la casa, para descubrir una gran piscina que presidia lo que debería haber sido una terraza y allí, abriendo las puertas de la cristalera, estaba él. Sin pensar en nada más, se lanzó hacía él.
Cayó dentro de la piscina, destrozándola, y haciendo que todo el agua se esparciera por la terraza, las gotas que habían caído en su cuerpo, enseguida se evaporaron a causa del calor que desprendía. Miró entonces a Rayo y, detrás de él, descubrió a sus subordinados refugiándose de ella tras los muebles, «estupendo». Summer ignoró cualquier advertencia de Rayo, escuchaba su voz lejana, y lanzó una bola de fuego contra ellos, lo quería enfadado y estaba consiguiéndolo por la forma en que él se giró hacia ella. Sonrió mientras se acercaba al borde del acantilado, y sabiendo que Rayo la seguiría, saltó, dejándose caer hacia la pequeña cala que quedaba más abajo.
—¿Qué haces aquí, monstruo? —Rayo se sacudió los cristales que se le habían quedado en la camisa — Teníamos un trato, y acabas de romperlo.
—He seguido el olor a mierda, y casualmente, te encontré a ti —se encogió de hombros, nunca admitiría que lo estaba buscando. Le observó apretar la mandíbula y los puños, «bien, enfádate» —¡Oh! ¿Te he ofendido? —se hizo la sorprendida, enfatizando sus palabras al colocar una de las manos sobre el pecho — Pensé que después de cómo caíste en el parking no podías caer más bajo ¿Quieres ver alguna foto? —sacó el móvil y le enseñó las fotos que le había sacado mientras se retorcía en el suelo por el dolor.
Summer consiguió esquivar a tiempo el rayo negro que cruzó el aire hasta ella, en busca de su teléfono móvil para destruirlo. Sonrió, había conseguido su objetivo, Rayo Negro estaba dejando salir su poder, su cuerpo estaba siendo rodeado por los rayos característicos que le habían dado ese apelativo. Ella no se quedó atrás, dejó salir el fuego que bullía en su interior, su temperatura ascendió, y las llamas se extendieron por sus manos, llameando en sus raros iris.
—Te arrepentirás de esto, monstruo.
Ambos corrieron en dirección al otro, preparados para golpear y esquivar los golpes que su adversario tenía preparados. Summer sujetó el brazo que Rayo le lanzó para golpearle en el rostro, quemándole a conciencia, traspasando el tejido y llegando a la carne, impregnando el aire con el típico olor a carne quemada. Pero su regocijo quedó olvidado al sentir una fuerte descarga en su pecho que la lanzó contra las rocas del acantilado, levantando una nube de escombros a su alrededor. Rayo se lanzó contra ella, sin darle tiempo a reaccionar o recuperarse del golpe, y le sujetó por el cuello, levantándola varios centímetros del suelo.
—Cometes siempre los mismos fallos, empiezo a cansarme —escupió a escasos centímetros de su rostro.
—¿No tienes otro argumento? —Summer cerró sus manos alrededor del brazo que la mantenía sujeta, quemándole, pero esta vez Rayo no se apartó, continuó apretándole el cuello.
Veía el rostro de Rayo a través de las llamas que sus manos despedían. No apartó la mirada de ella, manteniéndose totalmente quieto, siendo el único signo de que lo que ella le estaba provocando dolor el movimiento de un músculo de su mandíbula. Las llamas disminuyeron, Summer comenzó a enfriarse ante la reacción de Rayo, eso no era lo que ella necesitaba, quería una lucha de verdad.
—¿Qué te crees que estás haciendo? —espetó al sentir cómo Rayo la dejaba en el suelo.
—Yo no soy el juguete de nadie —a pesar de que darle una paliza a Summer sería algo que le reportaría mucha felicidad, no iba a dejar que aquel ser lo utilizara.
Dichas esas palabras, se giró, dejándola contra las rocas, aturdida y sin saber que hacer ante la inesperada reacción de Rayo. Su enfado regresó, dejando de lado momentáneamente la traición de sus amigos, para cambiarlo por la rabia que sentía por esa falta de respeto.
—¡Gilipollas!
Summer se lanzó contra él sin medir cuánto daño podría causarle, simplemente quería sangre, necesitaba que Rayo le respondiera a sus ataques. Le alcanzó en el costado, quemándole a lo largo de su torso. Esta vez el grito de dolor de Rayo dejó evidente el daño que Summer le acaba de provocar. Se giró hacia ella y, con sus dos manos, le golpeó en el estómago, lanzando una gran descarga contra su cuerpo dejándole tan debilitado que cayó de rodillas, mientras observaba el cuerpo de Summer volar contra las rocas, quedando sepultado por las que se desprendieron a causa del fuerte golpe. Después de eso, todo quedó negro a su alrededor.
Fue Neon quien lo despertó poco después y, junto a él, se acercó hasta donde había quedado el cuerpo de Summer sepultado por las rocas. Le lanzó otra descarga para dejarla inconsciente «eres dura» pensó cuando Neon se alejó hacia la casa en busca de su teléfono móvil. Había algo extraño en ella ese día, algo que nunca había visto en su conducta y Rayo se sentía intrigado por ello. Acercándose hacia ella, con la mano aún en el costado abrasado, se arrodilló para comprobar su pulso. Latía acelerado bajo su piel y eso le extrañó, frunció el ceño ante ese descubrimiento.
—Debería ser lento —dijo en voz alta, dejando salir sus pensamientos —, estás inconsciente…
—Es lo que tú te crees, cabrón.
Summer saltó sobre él, sin darle tiempo a responder ante su ataque, Rayo quedó atrapado por su cuerpo y el suelo. Ella mantenía sus manos sobre sus pectorales, dejando que su calor la inundara, atravesara su cuerpo, y empezara a abrasar la camisa y el pecho de su oponente. Haciendo palanca con sus piernas, Rayo se impulsó y lanzó a Summer por encima suyo, haciendo que cayese de espaldas, aprovechando el movimiento para cambiar las posiciones. Ahora era él quien estaba encima, cubriendo el menudo cuerpo de Summer con el suyo, sujetándole las manos por encima de la cabeza, alejando así, el riesgo de sufrir otra quemadura.
—Provocarme no es buena idea —dijo entre dientes, soportando el dolor de su pecho.
—Me aburría.
—Pues no te recomiendo este tipo de entretenimiento.
—¿No? Yo que pensaba que había sido una buena idea… —Summer lanzó una de sus piernas hacia la espalda de Rayo, golpeándolo cerca de la quemadura y haciendo que gruñera por el dolor.
—Estate quieta —acercó su rostro a escasos centímetros del de ella —. Estás agotando mi paciencia.
—Oh, el nene se enfada —Summer quería conseguir que él dejase de controlar su furia — ¿No eres lo suficientemente hombre para poder enfrentarte a mí? ¿Acaso solo eres capaz de enfrentarte a esas mujeres florero que cuelgan de tu brazo?
—Estúpida.
Summer esperaba que Rayo la destrozara, era lo que estaba buscando, lo que nunca se hubiese imaginado que ocurriría con él, sucedió. Rayo cerró sus labios sobre los de ella, apretando el cuerpo contra el suyo, sujetando con más fuerza, si cabe, sus manos. Se retorció debajo de él, intentando huir de su contacto, pero le fue imposible, Rayo la mantenía presa bajo su cuerpo y no era capaz de salir de allí. Sintió su lengua jugar con sus labios, buscando una entrada para traspasarlos y profundizar en su boca.
—Apártate depravado —gruñó Summer.
Rayo sonrió ante esas palabras, aprovechando el momento para abordar de verdad su boca, buscando el contacto de su lengua. El primer contacto les sorprendió a ambos, y Summer dejó de luchar por un momento, aturdida. Sus lenguas se enredaron, adaptándose a la velocidad del otro, rozándose y jugando con los recovecos de sus bocas. «¿¡Qué estás haciendo idiota!? Pelea, aléjate de él» el cerebro de Summer gritaba desesperado, pero su cuerpo estaba decidiendo por sí mismo, arqueándose contra el duro cuerpo de Rayo y devolviéndole el beso.
Estaban sobre la arena, envueltos por el fresco aire del mar y enredados en una pelea muy distinta a la que comenzó minutos antes. Rayo pegó sus caderas contra el cuerpo de la mujer que tenía debajo, apretando su duro miembro entre las piernas de Summer. Fue ella quien rompió el beso, gimiendo por el sensual roce que le hizo estremecerse de pies a cabeza. Observó los ojos de su peor enemigo, con las pupilas tan dilatadas que apenas se distinguían sus iris, y sabía que él estaba viendo la misma imagen en ella. Sentía los labios hinchados a causa del feroz beso y un anhelo demasiado fuerte justo donde Rayo frotaba su erección contra ella. No había dejado de mover las caderas mientras se miraban, se deslizaba por encima de su sexo, ejerciendo la presión justa donde más lo necesitaba. Rayo gruñó a escasos centímetros de su rostro, haciendo patente con ello que él estaba tan afectado como lo estaba ella. Pegó aún más sus cuerpos, aplastando los pechos de Summer contra su torso, sintiendo los duros pezones de ella a través de la tela.
Cerró los ojos, necesitaba alejarse de ese momento, no entendía cómo su cuerpo estaba respondiendo de esa manera. Rayo la volvió a besar, aprovechando que había cerrado los ojos, pero esa vez ambos sabían cómo corresponder al beso, envueltos como se encontraban por la neblina de la más pura lujuria. Summer salía al encuentro de sus caderas, elevándose, buscando el roce de la protuberante erección de Rayo que continuaba torturándola con los insistentes movimientos de sus caderas. El sonido de las olas al romper contra la arena se mezclaba con sus frenéticos jadeos «¡Despierta de una vez! ¿No ves que te está utilizando? ¡TODO EL MUNDO TE UTILIZA!»
Summer gruñó, esa voz en su interior tenía razón, aquel bastardo solo la estaba utilizando, volviéndola loca para satisfacer su propio placer. El deseo quedó muerto por la fuerte rabia que sintió. Le mordió con fuerza el labio inferior, haciendo que Rayo se alejara de ella de inmediato.
—Maldita…
—¿No te va el juego duro? —Summer temblaba, aunque no sabía exactamente si era a causa de su enfado o…
No dejó que hablase más, se apartó de ella, tan enfadado como al inicio de su encuentro, sujetándola todavía por las manos, levantándola con él. Summer le lanzó una patada que se estrelló en el exterior de su rodilla derecha, haciendo que Rayo perdiera el equilibrio y le soltase las manos. Libre al fin de su agarre y su perturbadora cercanía, Summer se lanzó contra él. Ambos se defendían y atacaban, soltando y recibiendo golpes que poco a poco les iban debilitando. Por una vez, Rayo observó que ella no se regeneraba a la velocidad que normalmente lo hacía y, aprovechándose de eso, fue arrinconándola contra las rocas.
—¿Quién es ahora el que no puede seguir el ritmo? —dijo para conseguir que ella perdiera aún más el control.
Sus golpes eran certeros, descargaba en ella la ira que sentía por haberse dejado llevar. El deseo que había sentido momentos antes al estar sobre ella y ver cómo le correspondía, se había convertido en una ira tan fuerte que no le importaba observar cómo Summer recibía sus golpes y le provocaban heridas profundas.
Summer sentía los sentidos aletargados, solo podía recibir los golpes que Rayo le asestaba lo mejor que podía, el brazo derecho caía inmóvil a su costado, arrancándole jadeos por el dolor de tenerlo roto y con el hueso asomando por la piel. Aquello era lo que buscaba, la liberación a través del dolor, el dolor físico era más fácil de soportar que el dolor que no se ve, que no puede palparse. Inspiró hondo, si iba a caer, al menos le dejaría un recuerdo a Rayo, acumuló toda la fuerza que le quedaba en su brazo ileso, sintió cómo su temperatura corporal aumentaba y las llamas regresaban a ella. Vio cómo Rayo hacía lo mismo, él con sus dos manos, intentando igualar su poder, pero ella fue más rápida, acumuló más poder en su brazo y descargó la bola de fuego contra él, alcanzándole en mitad del pecho, provocando que saliera despedido algunos metros para caer de espaldas en la arena. Sonrió, había conseguido dar el último golpe, se dejó caer de rodillas antes de que su cuerpo se desplomara, inconsciente, sobre la fría roca que quedaba bajo sus pies.
Rayo cargó con ella hasta su casa, destrozada por culpa de la mujer que llevaba en sus brazos. Traspasó su propiedad, cogiendo las llaves del coche por el camino, y fue hasta él. Abrió el maletero y dejó caer el cuerpo de Summer en su interior.
—Eres una estúpida, monstruo —pero a pesar de su rígida voz, Rayo acarició con ternura una de las mejillas de Summer, recordando, sin quererlo, el momento en la playa, donde sus cuerpos habían hablado por sí mismos y el deseo les había hecho anhelar un contacto más primitivo que el de la lucha.